Rellenar con palabras el vacío que deja la pérdida, resulta imposible, sin sentido. Pero es la única manera de anclar nuestros recuerdos y compartir las vivencias. Lidia nos ha dejado sin despedirse. No le ha dado tiempo; el destino se lo ha arrebatado de repente.
Apareció en el John Lennon recién llegada de Barcelona, al
inicio de los 90, muy joven, con una maleta llena de ilusión y ganas. Llegó al
centro como PT, trabajando por la integración del alumnado, apoyándoles y animándoles
desde el humor y el cariño.
Después pasó a la tutoría, ejerciendo de madraza de todos
ellos, defendiendo a ultranza a “sus niños y a sus niñas”.
Vital, viajera, inmersa en el mundo, en la vida. Siempre con
ganas de conocer y aprender. Testaruda y cabezota, pero dispuesta a escuchar
cuando se le convencía desde el cariño.
Orgullosa siempre de “su colegio”, el mejor del mundo, como
solía decir. Se ha llevado de aquí experiencias maravillosas, y a cambio nos ha
dejado una parte de la maestra que llevaba dentro.
Va por ti, Lidia, amiga, compañera.